Por Fernando Codina
Soy un gran consumidor de cine, de todos los géneros menos de terror y gore, muy fan de las películas de guerra y de ciencia ficción, y tal vez por ello acudí al cine con grandes expectativas y deseos de pasarlo bien. El ambiente era perfecto, un cine de verano al aire libre, la víspera del final de mis vacaciones. No me faltaba de nada, ni el bocata de chorizo frito, la bolsa de pipas Tijuana ni el heladito del intermedio. Por suerte, la media de edad del público era la adecuada (nada de niños gritones y revoltosos), y la noche era fresca.
Pero lo siento mucho, ya desde el principio, la película empezó a hacer aguas. Un episodio de una franquicia, que te mete tres minutos largos de subtítulos para presentarte el tema y ponerte en harina, me decepciona bastante. Habría sido más interesante un pequeño flashback, imágenes de los otros films, y no tanto tiempo de lectura. Y por fin, empieza la peli.
La Guerra del Planeta de los Simios es, ante todo, una película muy mona. Tal vez porque los protagonistas absolutos, y por supuesto los buenos del cotarro, son una manada de simios, en la que se agrupan primates de muy distintas categorías, liderados por un mono llamado César. Muy monos todos ellos.
Lo más curioso es que son precisamente estas bestias quienes realmente parecen tener virtudes que antaño asimilaríamos con la raza humana: lealtad, honor, defensa de los ideales, luchar por la familia, y sobre todo, desear la paz. El líder de los simios el tal César, que en las otras entregas de la saga (las vi todas en su momento) y durante la película manifiesta unos instintos y un comportamiento más humanos que simiescos. Los seres humanos son quienes realizan el primer ataque a las trincheras, y ellos son los malos, guiados por un malo malísimo, conocido como “El coronel´´.
No deja de ser una lección de humildad para los primates a quienes va destinada la película (para ti, querido homo sapiens sapiens que estás leyendo estas líneas) que tanto César como sus congéneres se muestren más humanos que sus propios enemigos bípedos.
SPOLIER
César es un líder nato, un profeta entre los suyos, que se embarca en una misión de venganza, recibiendo el apoyo de tres escoltas voluntarios. Su objetivo, terminar con el malvado coronel americano que ha matado a su mujer y a uno de sus hijos en un golpe de mano en su cueva (la segunda escena de acción de la película). Por el camino, matan a un solitario granjero, y adoptan a su hija muda (por culpa de un nuevo virus, similar al que acabó con un gran porcentaje de la raza humana), y esto da lugar a una de las grandes frases de la película: No somos bestias, para justificar que se la lleven con ellos.
Al llegar al campamento de los militares, comprueban que los rebeldes han capturado a toda la manada simiesca, obligándoles a construir un gran muro para defenderse del inminente ataque de unas tropas leales al Gobierno. Con la ayuda de la niña, consiguen liberar a los primates, mientras que las tropas humanas se aniquilan unas a otras con gran eficacia, incluso la Madre Naturaleza pone un granito de arena con una gran avalancha. Durante el rescate, César es herido de gravedad, lo que no le impide guiar a su pueblo hasta un nuevo Paraíso Terrenal, lejos de los peligrosos seres humanos. Fin.
FIN DEL SPOILER
Y poco más se puede contar de la película. Es una de tantas, de ciencia ficción más o menos pesimista, una más dentro de una franquicia de lo más productiva, pero al mismo tiempo famosa por ser perfectamente olvidable y prescindible. La saga empezó en 2011 con El origen del Planeta de los Simios y siguió en 2014 con El amanecer del Planeta de los Simios. Por desgracia, no innova nada, ni aporta nada al género.
Las escenas de batalla no son gran cosa, por lo que mi afición a las películas bélicas se vio bastante defraudada. Los monos son francamente inexpresivos, y en su mayoría están generados directamente por ordenador. No consiguen transmitir emociones, aunque el personaje de Bad Ape, al que encuentran en una fábrica abandonada durante su peregrinar, es muy divertido, y el único, junto a César, que es capaz de hablar. Pero no se genera una corriente de empatía hacia los protagonistas, y los actores en los que se basan para realizar las animaciones tampoco se intuyen.
Los paisajes naturales, sobre todo los del final, son francamente espectaculares, tal vez demasiado perfectos para el mundo real. El personaje de la niña muda tiene mucha fuerza, y va cobrando protagonismo durante la película, convirtiéndose en elemento decisorio en la liberación de los primates.
Pero en su conjunto, salí bastante decepcionado del cine. Quizás esperaba demasiado. Tal vez tenía grandes expectativas, que no se vieron confirmadas con la realidad. En resumen, una película prescindible.
Ficha técnica en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film261787.html