Por Karol Scandiu
Supongo que todos somos niños. O nunca dejamos de serlo, aunque muy en el fondo.
Y yo, niña que no ha perdido la pasión por sus gustos más enraizados, no puedo evitar, lo primero, disfrutar de ver en la gran pantalla películas y series que me traigan toda la magia que tanto me gusta, y lo segundo, desear que sigan haciendo cine de estos, dedicados al disfrute, al emocionarse, al que se te ponga la piel de gallina cuando suenan truenos, golpes, pisadas de seres gigantescos, o la voz del protagonista por el que llevas dos horas mordiéndote las uñas.
La Saga Trasnformers es lo que logra: me lleva de regreso a mi infancia, al sentarse a disfrutar sin importarme nada más que la acción que se desarrolla ante mis ojos cual espectáculo de fuegos artificiales.
La nueva entrega, Transformers 5: El Último Caballero, se ha convertido para mí en la mejor hasta el momento, y digo hasta el momento porque queda claro que “ahí” no se quedará la cosa. También es cierto que la disfruté junto a mis hijos durante el pre-estreno (AutoCine Madrid, podéis leer la crítica del evento AQUÍ), con lo cual la experiencia fue el doble de grata, aunque eso no quita el mérito a la cinta, ni mucho menos.
Dirigida por Michael Bay con guión de Ehren Krueger, cuenta, entre otros, con su ya conocido protagonista interpretado por Mark Wahlberg (uno de mis actores favoritos), y participaciones tan especial y estelares como la del mismísimo Anthony Hopkins.
La historia nos presenta un futuro en el cual la humanidad, guiada por el ejército (algunos de los protagonistas y antagonistas conocidos en sus antecesoras) considera a todos los Transformers sus enemigos; ya sean de un bando o del otro, no existen alianzas, ellos destruyeron la Tierra y son cazados (si ya no están atrapados), los pocos que quedan se refugian como bien pueden, y para más inri Maximus Prime se encuentra en paradero desconocido.
Ahí arranca la aventura, una que no dejará a los fans de la saga decepcionados pues, si creéis haber visto (y oído) a suficientes Autobots, no se compara a las escenas que se presentan en esta nueva parte, en la cual además de los consabidos cambia-formas, se suman los nuevos (y con nuevos hablamos incluso de algunos que crecen según se desarrolla la trama), e incluso Autobots prehistóricos.
Si bien es cierto que, en algunos puntos, la película deja cosas qué desear, por ejemplo, la trama principal aunque explicada podría haber dado más de sí (en lo referente a los Caballeros) haciéndose algo confusa al principio (para los más peques sobre todo, ya que acompañada de dos de ellos, tuve que explicarles un par de detalles que no entendían), las casi tres horas de cinta pasan en un suspiro cargado de adrenalina y escenas épicas, con efectos visuales increíbles. Sin embargo, como decía, “peca” de algunos detalles que como viene siendo de costumbre en el cine de hace un tiempo (a mi parecer) nos quieren meter sí o también por los ojos, como “una historia de amor” que no resulta demasiado creíble, para la cual, al igual que pasa con todo el tema histórico, necesitaría al menos dos horas más de película para ser del todo verosímil. Un detalle tan importante como lo es “el último caballero” en sí, pasa algo solapado tras otras no tan necesarias.
La historia, aunque con un final, deja muy claro que las aventuras no terminaron ni mucho menos, pues, detalle que ocurre también en las anteriores entregas de la Saga Transformers, cuando vencen una batalla no están ni cerca de ganar la guerra.
No me ha parecido en ningún momento una continuación innecesaria, es más, el final de la anterior daba pie a que así fuera, que tuviera una nueva parte, y con esta nos deja con ganas de saber qué nos traerán en una siguiente entrega que, espero, no tarde mucho en llegar.
Como os decía al principio, todos en el fondo somos niños. O, en su defecto, tenemos un niño dentro que está deseado de salir llegado el momento. Y yo estoy deseando volver otra vez a esa infancia que, en ocasiones, se hace tan lejana.