Por Fernando Codina.
Atención, amantes del cine… ¿Qué pasa cuando en una película coinciden en enorme Robert Redford en un papel protagonista, Danny Glover y Tom Waits como secundarios de lujo, y la increíble Sissy Spacek como acompañante femenina? ¿Y si además se junta un impecable David Lowery como director y guionista, ayudado en esto último por David Grann? ¿Y si lo unes a que está basada en una historia real, digna del mejor cine negro?

Pues el resultado es una AUTÉNTICA OBRA MAESTRA del cine contemporáneo, una película que en sus noventa y tres gozosos minutos de duración no te deja respirar, y en la que no falta de nada. Desde atracos a bancos impecables, hasta la preparación de los mismos, incluso una incipiente historia de amor. Y, por encima de todo ello, el ENORME Robert Redford, en la que será su despedida del cine, al menos como actor.
Basada en la historia real de Forrest Tucker, un apuesto y talludito ladrón de bancos, con un estilo impecable y siempre sin disparar un solo tiro. A una edad más identificada con las sopitas y el buen vino, Forrest se dedica a atacar bancos, en la película nos hablan de cincuenta y tres, en cinco estados diferentes (aunque en la escena final nos comentan que atracó otros cuatro, ¡el mismo día!). También nos hablan de la implacable persecución de un joven agente del FBI, en una época, los primeros años ochenta, en la que estas operaciones no eran comunes. Y asistimos a una dulce historia de amor, entre dos personajes, Forrest y Jewell, que en cierto modo estaban condenados a encontrarse.
En la película, también hay espacio para grandes momentos cómicos, como la reunión previa al atraco del banco de Forrest, Waller y Teddy; o el intercambio de mensajes garabateados en billetes de Forrest y su némesis, el agente Hunt, interpretado por un sobresaliente Cassey Affleck. Pero también hay persecuciones a toda velocidad (aunque la última de ellas termina a lomos de un caballo), huidas de la cárcel (recordando viejos tiempos y sus dieciocho fugas previas), escenas románticas…

En resumidas cuentas, una historia demasiado buena para ser verdad, que reúne a un plantel de actores en estado de gracia y a un director capaz de sacar lo mejor de todos ellos. Una de esas películas que resulta necesario ver en versión original para disfrutar plenamente de unos actores impecables.
Robert Redford acumula a lo largo de su carrera una inolvidable galería de ladrones y forajidos, y esta es posiblemente la interpretación más tierna y al mismo tiempo un poco gamberra que el veterano actor nos ha regalado en los últimos años. Y si realmente es su despedida del cine como actor, extremo este que ha sido mencionado por el intérprete, se me ocurren pocos broches de oro más concebidos a su medida. La historia de un ser que vive la vida intensamente, y cuya sonrisa parece bendecirnos desde la pantalla. La épica vida de un granuja, a todo gas.