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Channel: Cine – Athnecdotario Incoherente
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Sator, de Jordan Graham

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Hoy os traigo una de esas obras que suponen un verdadero reto a la hora de hablar de ellas, ya que me resulta harto complicado saber cómo plantear lo que quiero decir, puesto que es pura contradicción. 

Sator es una peli que en un primer momento se presenta como una mezcla entre terror rural, casi pagano (con el bosque como escenario y protagonista absoluto), terror psicológico (con las enfermedades mentales como telón de fondo) y un  supuesto ser intangible que atormenta a los miembros de una familia, generación tras generación.

Eso sería a grandes rasgos, lo que la película promete y en efecto, de forma burda y fallida a mi entender, es lo que nos  ofrece al final; pero el gran problema del film es como desarrolla esa premisa.

Si digo que la película es lenta, habrá gente que me responda que ese no es motivo para decir que una peli es mala y estoy de acuerdo con ello. El problema es que aparte de lenta, no nos cuenta nada. Se mantiene en un ritmo no ya pausado, sino inexistente, en una sucesión de imágenes que sí, tienen una fuerza visual y evocadora bestial y son el único motivo por el cual, el espectador sigue viendo el film, a pesar de que tras cuarenta minutos de película, aún no haya sucedido nada en absoluto, más allá de ese alarde de fotografía sublime, sugerente y perturbadora.

 Y es ahí donde radica lo mejor y lo peor del largometraje. La cinta hubiera funcionado de maravilla en forma de corto de quince o veinte minutos, que es lo que da de sí la historia que nos quiere contar. En esa extensión, podríamos estar hablando de una jodida obra maestra, pero el director decide alargar de un modo totalmente innecesario una historia que no da para más, convirtiendo el film en el visionado de una secuencia de imágenes increíbles, de una belleza tan sublime como aterradora, pero sin un algo en lo que sustentarse. La naturaleza se convierte en una amenaza continua gracias al acierto a la hora de crear una atmósfera tan inquietante y malsana que estremece. He aquí la gran dicotomía. Un guión flojo y mal trabajado, un metraje excesivo, un ritmo tedioso, un argumento trillado y aun así, admito que me ha ganado por justo eso, la puñetera atmósfera. Es de esas pocas veces que una peli que no me cuenta nada de nada, consigue tenerme tan tenso, removiéndome inquieto en mi sillón, con una sensación de desasosiego difícil de explicar. Una cascada. Un claro en el bosque. El rio fluyendo entre las rocas. Una babosa arrastrándose sobre la hojarasca. La nieve cayendo al desprenderse de las ramas de un abeto. El crujir de la madera de la cabaña en la oscuridad de la noche. El silencio del protagonista, que no dice ni una sola palabra en toda la peli. Pura maravilla. Pero llega a un punto que abusa tanto de todo eso, de su única baza, hasta el punto de aburrir. Y lo hace porque no tiene nada más que ofrecer, y con ello, pretende tapar todas las carencias que arrastra.

Para cuando se nos quiere explicar lo que sucede, lo hace de una forma tan críptica y desangelada,  con unas situaciones tan extrañas, que casi que ya nos dan lo mismo. Cuando se desvela el final, te das cuenta de que era todo tan obvio, tan previsible, que uno se siente hasta molesto, porque lo resuelve en cinco minutos y de manera pretenciosa, queriendo hacer pasar por enigmático algo que se veía venir a leguas.  Ochenta minutos de auténtica rayada en bucle y mal rollo, para que en la traca final, la mecha no prenda y la pólvora esté mojada. 

No sé cómo calificarla. Por no saber, no sé ni si me ha gustado. He disfrutado mucho, muchísimo, con esa ambientación, en cómo gestiona esos recursos que le ofrece la naturaleza en bruto y los elementos más cotidianos, como son la casa de la anciana y la cabaña, o en los silencios y ruidos  naturales para generar una atmósfera asfixiante y perturbadora como pocas. Pero su lentitud, su incapacidad de encontrar un ritmo adecuado ni de enfocar la historia, en lo repetitiva y aburrida al extenderse y volver una y otra vez a lo mismo (que es lo único que funciona), en el modo tan incomprensible en que se desarrolla y la forma apresurada e insultantemente previsible en que se resuelve, no lo salva nadie.

Como dato curioso e inquietante, en el metraje se incluyen imágenes y videos reales caseros de la familia de Jordan Graham, el director. De hecho, todas las tomas en las que aparece la vieja, son de grabaciones familiares que el director ha recuperado para el film. Según sus propias palabras, este se inspiró en su propia experiencia con su abuela, June Peterson, que se interpreta a sí misma, que tal y como aparece en la película, sostenía que oía voces en su cabeza, que le mandaban hacer cosas y que una de ellas, una entidad a la que llamaba Sator, la guiaba y dictaba sus acciones. Los manuscritos que se muestran en el film, fueron escritos de mano de la propia anciana, que parecía entrar en trance y los escribía de manera automática.

Resumiendo, no sé si recomendarla o no. ¿Es una buena película? No. ¿Es una buena película de terror? Mhhhh…No. ¿Vale la pena verla? Si quieres aprender como crear tensión con los mínimos elementos, una auténtica Masterclass de cómo sugestionar al espectador y lograr una atmósfera asfixiante, definitivamente SÍ. Y para ver como NO desarrollar una historia, lo mismo.


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