Una crítica de Albert Sanz
¡Muy buenas! Albert Sanz al aparato. Este pasado martes 8/03/16, el Athnecdotario Incoherente fue invitado por Alfa Pictures a los Cinemes Girona de Barcelona para ver el pase de prensa de “Dont’grow up”, o en su versión española, “No crezcas o morirás” (traducción que por una vez es más atractiva que el original y sin perder su esencia, al contrario de lo que suele pasar en este bendito país), y me ha tocado a mí hablaros de ella.
Dirigida por Thierry Poiraudm y guionizada por Marie Garel Weiss, ambos creadores de la maravillosa zombimedia “Goal of the dead”, “Dont’grow up” es una coproducción hispano francesa rodada íntegramente en Tenerife y en inglés, y que por alguna extraña razón llega este viernes a nuestras salas de cine, cuando fue producida en 2.014.
Su trama no es demasiado compleja, y para mí no tenía demasiado atractivo previo: un grupo de adolescentes conflictivos de entre 15 y 18 años viven en un aislado centro para menores en medio de una isla. Un buen día, ven que el personal del centro ha desaparecido y deciden montarse la fiesta padre. Al quedarse sin reservas de comida y alcohol, deciden ir al pueblo más cercano y entrar en un supermercado en el que una de las chicas del grupo trabaja. Mientras una parte del grupo desvalija el supermercado, uno de los muchachos que no ha entrado, se fija en una ventana de un edificio cercano en la que hay manchas de sangre y desde donde escuchan gemidos de un niño. A partir de entonces, la existencia del grupo se convertirá en una pesadilla al comprobar que los adultos están asesinando a todos los adolescentes y niños.
¿Adolescentes como protagonistas? Y además, ¿adolescentes conflictivos? ¡Es lo mejor para potar! Por norma general, no soporto a ningún personaje menor de treinta años, y menos si van en grupo, pero en esta ocasión la cosa ha salido bien. Cierto es que son del prototipo de adolescentes tocapelotas, aunque en esta ocasión, su “tocapelotez” tiene sentido debido a un pasado duro que —salvo en el caso de dos de ellos— no se explica, pero se intuye. Además, a excepción de un par de momentos con poco sentido, la actitud de los chicos es lógica, o sea, que hacen lo que cualquier ser racional haría.
El grupo de protagonistas está compuesto por Fergus Riordan, Madeleine Kelly, McKell David, Darren Evans, Natifa Mai y el español Diego Méndez. La mayoría de ellos tienen experiencia en producciones indies, y se nota en su naturalidad. En algún caso, como el de Méndez y Kelly, esta es su primera incursión en el cine y prácticamente su primer trabajo tras las cámaras, mas no por ello sus interpretaciones dan vergüenza ajena. Sí, los personajes son unidimensionales y más planos que una hoja, la trama de la película es simple y el desarrollo es del tipo “corre hasta que se te rompan las piernas”, pero la naturalidad y credibilidad de este grupo de actores es impresionante, en especial la de Riordan y Kelly, quienes aguantan un mayor peso dramático en la historia.
La película oscila entre varios géneros. La primera parte sirve de presentación de personajes, con un toque de comedia juvenil british que puede recordar a la serie “Misfits”. La segunda parte entra dentro del género zombi variante infectados: un survival clásico con los muchachos intentando escapar de los adultos, con una más que evidente influencia del clásico “The crazies” de Romero. Y mezclándose con la segunda, tendríamos una tercera parte, en la que los protagonistas se acaban topando en diversos momentos con otros grupos de menores, que resultarán ser más peligrosos todavía que los adultos infectados, y que es inevitable emparentar con la brutal “El señor de las moscas” y en menor medida con “¿Quién puede matar a un niño?”. También tendríamos una cuarta parte, tópica y previsible: el primer amor, el descubrimiento del sexo y el fin de la inocencia. Por fortuna, esta parte dura poco y por desgracia, contribuye a quitarle ritmo a la historia.
La mezcla de géneros funciona, pero todo se muestra al espectador con cuenta gotas. Por ejemplo, los momentos de violencia propiciados por los infectados son muy contundentes, pero sólo hay tres en toda la película. La mencionada referencia a “El señor de las moscas” no se desarrolla apenas, en parte porque la acción se centra en los protagonistas y no vemos nada de lo que sucede en otras partes de la isla en las que no estén ellos, pero sí que las acciones de esos otros grupos tendrán consecuencias dramáticas para los protagonistas.
El asunto de la infección se pasa por alto (aunque para dar cualquier explicación científica carente de sentido mejor no decir nada) y además tenemos un final de lo más abierto y ¡¡SPOILER!! carente de toda esperanza. ¡¡FIN DEL SPOILER!!
Si añadimos a todo lo comentado en el párrafo anterior la parte de bajón de ritmo mencionada con anterioridad, que parece sacada del truño romántico “El lago azul”, y todo el espíritu indie que rezuma, habrá mucha gente que se sienta defraudada. Y en parte con razón, ya que el concepto que subyace en la historia habría funcionado mejor en formato televisivo, puesto que no ha dado tiempo a desarrollarlo como debiera (y no sería tan complejo, porque que no estamos ante una historia que requiera de costosos efectos especiales).
Escarbando en la superficie, enseguida afloran temas como el maltrato infantil, el tránsito de la adolescencia a la madurez o el peligro de dar libertad absoluta a los niños y que no tengan un control parental o una figura autoritaria, representado en la carencia de moralidad y empatía que muestran los otros niños que van apareciendo. Y todo esto es imposible representarlo en una hora y media.
Los escenarios de Tenerife son un marco ideal para la historia. Eso sí, nada del Tenerife turístico, aquí nos encontramos un Tenerife sombrío, tétrico y peligroso, con un zona semi desértica y una costa que dan verdadera grima. La perfecta fotografía y el sonido contribuye a enfatizar estos aspectos. Debido a mi pasado en otra vida como técnico de sonido, no puedo sino felicitar al equipo —en su mayoría personal español, tal y como se lee en los créditos— encargado del sonido (incluyo aquí la banda sonora) y su mezcla, puesto que he disfrutado muchísimo de esta parte, en versión original, por supuesto. Y eso que los Cinemes Girona cumplen su función, pero no están a la vanguardia en cuanto a aspectos sonoros como otras salas de mayor presupuesto en Barcelona.
Resumiendo: aun con todos los contras, ”Don’t grow up” es un soplo de aire fresco en el género zombi división infectados. No innova, deja muchas cosas a medias, pero se ve con agrado, entretiene, te mantiene en tensión, te hace descubrir a unos actores jóvenes con un gran futuro y consigue que salgas de la sala pensando en las diferentes lecturas que la trama permite entrever.
LO MEJOR:
- Su espíritu indie alejado de todo gafapastismo.
- La brutalidad de algunas secuencias de acción.
- La mezcla de “The crazies” con “El señor de las moscas”.
- La calidad y naturalidad del elenco.
- La química entre Fergus Riordan y Madeleine Kelly.
- El personaje de cierto niño villano
- La fotografía y el sonido.
- Mostrar una isla de Tenerife no apta para turistas.
- Las diversas lecturas que se pueden extraer.
- El final, mencionado anteriormente en el SPOILER.
LO PEOR:
- Ciertas actitudes ilógicas de los protagonistas (montarse una fiesta nada más levantarse de la cama, sin preguntarse por qué no hay nadie, o retozar en el puñetero “Lago azul”).
- La falta de más escenas de acción.
- La unidimensionalidad y estereotipo de todos los personajes.
- Lo sumamente hostiables que son casi todos ellos.
- No indagar en el pasado de los protagonistas.
- No conocer más sobre los otros grupos de niños que aparecen ni saber cómo serán sus vidas.
- La previsible historia de amor y el bajón de ritmo que provoca durante un rato.
- Dejar demasiadas dudas sin resolver.
LA ESCENA:
- La muerte de una niña a manos de su madre.