Una crítica de Mitsuko C.
FICHA TÉCNICA
GUIÓN: Kikumi Yamagishi (Remake: Shinobu Hashimoto. Novela: Yasuhiko Takiguchi).
MÚSICA: Ryûichi Sakamoto.
FOTOGRAFÍA: Kazuko Kurosawa.
REPARTO: Ebizo Ichikawa, Eita, Koji Yakusho, Hikari Mitsushima.
PRODUCTORA: Recorded Picture Company (RPC) / Sedic International / Shochiku Company.
DURACIÓN: 126 minutos.
NACIONALIDAD: Japón.
Tráiler: https://www.youtube.com/watch?v=dVZ8kc-R4yQ
Página Oficial: http://www.ichimei.jp/
“Corren tiempos de paz en Japón, lo cual provoca que la figura del samurái esté desfasada y por tanto no sean necesarios para la defensa y protección de su señor. Hanshiro, al encontrarse sin los recursos suficientes para mantener a su familia, desea morir con honor así que recurre al clan Li para que le permitan llevar a cabo el ritual más solemne de los samurái: practicarse el Hara-kiri. Pero antes le contará un historia al señor del clan, Kageyu: le narrará la trágica historia del ronin Motome.”
Este es el remake del film homónimo de Masaki Kobayashi de 1962. Esta vez, tras las cámaras encontramos a Takashi Miike, un viejo conocido por los amantes del cine asiático por su dilatada y variada carrera cinematográfica. Este director igual te planta una cinta de horror de lo más desagradable como una historia de honor samurái sin límites, y es que Miike es versátil y productivo hasta límites insospechados. Es capaz de llevar a cabo en un solo año más de 200 proyectos; no para, no tiene fin, muchos pensamos que no es humano y que es el primer cyborg japonés.
Cuando se anunció a bombo y platillo el estreno de esta más que mítica película de la edad de oro de los samurái, muchos nos echamos a temblar pensando en si Miike estaría lo suficientemente centrado como para no rodar una paranoia de las suyas y que salieras del cine con la sensación de no saber muy bien qué es lo que acababas de ver, pero no, nos equivocamos. Sensei Takashi tomó en su regazo una obra emblemática y al contrario de lo que ocurre en Hollywood, mejoró el producto original.
Desde el minuto uno ves como la historia original ha sido tratada con mimo y fidelidad, pero con ese toque brutal del director japonés. Así que tienes un film con un buen ritmo narrativo y una fuerza escénica e interpretativa que no tenía la anterior (con ello no quiero decir que la película de Kobayashi fuera floja sino que no es lo mismo una película de 1962 que de 2011). Y estas diferencias se notan en los tonos que Hanshiro utiliza para narrar su historia, en los colores que envuelven el patio de los Li, en la fantástica banda sonora de la mano de Ryûichi Sakamoto (“El último Emperador”).
En resumen, si os gusta el género samurái y la sangre, esta película será como un sorbo de agua fresca en una calurosa tarde veraniega.
.