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Channel: Cine – Athnecdotario Incoherente
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CINE: High-Rise, de Ben Wheatley

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Una crítica de Albert Sanz.

 

HR2    Pese a que esta película ya tiene su tiempo y pudo verse en el pasado Festival de cine de San Sebastián de 2.015 —con división de crítica y público—, llega ahora a los cines de toda la geografía, y si mucho no cambian las cosas, es posible que sea uno de los grandes fracasos de la temporada. De hecho, que no haya habido demasiada publicidad de una película protagonizada por los taquilleros Jeremy Irons, Tom Hiddleston y Luke Evans ya da que pensar, pero aún más da que pensar el haber comprobado cómo en el pase de prensa realizado el pasado miércoles 11, y que contó con más representación de medios que en las anteriores ocasiones en que he colaborado con este santo blog,  varios asistentes se levantaron a la mitad y se fueron para no volver. Y es que si un representante de la prensa, amateur o profesional, que se supone que va por trabajo o afición, decide que no vale la pena perder el tiempo escribiendo una crítica sangrante, imagino lo que podrá pasar cuando el aficionado cinéfilo medio vaya al cine a verla. Claro que al igual, el pagar los 10 eurazos que cuesta el cine en Barcelona puede ser un buen motivo para no despegarse de la butaca, pero ese es otro tema.

Vamos al lío. ¿Qué tiene “High-Rise” para que afirme que puede pegarse una hostia en taquilla y que algunos representantes de la prensa se marcharon de la proyección? Pues que nos encontramos ante una “distopía retro-futurista surrealista”, y digamos, que eso no es un género de fácil consumo.

El director Ben Wheatley —“Kill list”, “Turistas”, “The ABC’s of death: segment “U” Is for Unearthed”, “Doctor Who”, etc.— y su esposa y guionista habitual Amy Jump“Kill list”, “Turistas”, etc.— han adaptado la novela del mismo título del escritor J.G. Ballard, publicada en 1.975 y editada en España en el 82 bajo el título de “Rascacielos”. Ballard ha sido una de las grandes firmas en la literatura inglesa del pasado siglo, y un referente en la ciencia-ficción moderna; en especial, una de sus aportaciones ha sido el haber popularizado y profundizado en el concepto de las distopías futuristas. Dos de sus obras, además, fueron llevadas al cine con notable éxito de crítica y público, siendo éstas la polémica “Crash” de David Cronenberg o la durísima “El Imperio del sol” de Steven Spielberg. Tenemos también un reparto coral encabezado por Tom Hiddleston y Jeremy Irons, a los que acompañan entre muchos otros, Luke Evans, el hermano gemelo de Thomas Jane James Purefoy, Elizabeth Moss y Sienna Miller.

Antes de empezar, diré que mi crítica se basa sólo en la película, ya que al no haber leído la novela (aunque ahora me pica mucho la curiosidad), no puedo dictaminar si estamos ante una buena adaptación o no, y si los muchos elementos incomprensibles de la cinta están bien explicados en ella o no.

El argumento se centra en Laing —Hiddleston—, un psicólogo que alquila un exclusivo apartamento en un no menos exclusivo edificio. Tan exclusivo es, que cuenta con su propio suministro de agua y electricidad, gimnasio, piscina, supermercado y todos los servicios que uno pueda imaginar, incluso un misterioso y no muy conocido prostíbulo.

HR1  El edificio asemeja un dedo ligeramente doblado. Éste es el primero de cinco idénticos proyectados por el arquitecto —Irons, el cual vive en la planta nº 40 en medio de una terraza-parque con ovejas y caballos—, y una vez finalizados los cinco y creado un enorme lago en el centro, el conjunto asemejará a una mano. La intención del arquitecto es crear un ecosistema propio, autosostenible, en el que la gente no necesite nada más que no se encuentre allí, y que como mucho salgan para ir a trabajar, y así, de esta manera, siguiendo sus normas y reglas, la gente comience a cambiar y se cree una sociedad utópica en cada uno de los edificios.

Por supuesto, la utopía se irá a la mierda en cuanto comiencen a haber apagones de luz, que según el creador se deben a que el edificio aún se está asentando, teoría que no convence puesto que sólo afectan —al menos al principio— a los inquilinos de los pisos más bajos, que pertenecen a un status económico inferior, pese a que como expone uno de ellos, pagan lo mismo que los habitantes de las últimas plantas.

Laing, nada más entrar se sentirá descolocado cuando intente interactuar con el resto de vecinos, ya que al estar su vivienda en el centro, se encuentra en una especie de limbo económico, o sea, que algunos millonarios le aceptarán en su grupo y otros no, y con los menos pudientes le pasará lo mismo. Pero no tardará en entrar en el juego de la comunidad y participar de la locura y excentricidad de la que hacen gala todos sus habitantes.

Finalmente, una fiesta realizada por los ricos en la piscina a la cual impiden el acceso al resto de vecinos, desencadenará una enloquecida batalla por el control del edificio.

HR3    A grandes rasgos esa es la sinopsis. Nada mal. Y más allá de la clásica lucha de ricos y pobres (aunque no puede decirse que ningún personaje sea pobre de verdad), hay mil y unas lecturas que pueden descubrirse. En especial destacaría lo de que el edificio sea un personaje más. Incluso me atrevería a decir que es el principal personaje de la historia. Mil y una películas hacen gala de que si la ciudad o la banda sonora son un personaje más, pero a la hora de la verdad, pocas lo consiguen. Ésta es una de ellas. El arquitecto lo ha conseguido: quería que la sociedad cambiase, pero no contaba con la creación de dos bandos y que cada uno de ellos luchara con uñas y dientes por el control del edificio y el exterminio del enemigo. Y es que ese dedo artificial ejerce una extraña adicción sobre todos. Tanto, que podemos ver en varias escenas como Laing cada vez se siente menos a gusto en su trabajo hasta que termina abandonándolo para recluirse en el edificio, donde de algún modo, será una pieza clave en los deseos de ambos grupos.

Ante lo explicado, no es que nos hallemos ante una historia muy compleja, pero el atractivo es evidente. Y eso es debido a:

  • Todos los actores están sensacionales. Todos. Y aunque Tom Hiddleston parezca ser el protagonista principal, a medida que la situación avanza, otros secundarios comienzan a obtener su cuota de protagonismo (en especial un odiable y pasadísimo de rosca Luke Evans); lo cual al final me hace pensar en si su imagen debería aparecer tan destacada en el cartel.
  • La estética es muy personal y difícil de olvidar, con un aire retro por momentos, que hace que no quede muy claro si la trama se sitúa en los 80 o en un futuro cercano.
  • Y la banda sonora, entre clásica, pop sesentero, retro EDM ochentero y jazz “de ascensor”, creada por el gran compositor Clint Mansell —“Cisne negro”, “Réquiem por un sueño”, “Moon”, etc.— más alguna colaboración de Portishead, debería ser nominada a los próximos Oscar’s, ya que no sólo es magnífica, sino que contribuye a enfatizar el ambiente onírico de la obra.

Al comienzo expliqué que vaticino un fracaso en taquilla (cosa que NO DESEO, que conste), pero todo lo explicado con anterioridad nos remite a un peliculón. Entonces, ¿dónde está el truco? Ok, me explico. En cuanto comenzamos a ver a los diferentes personajes y sus tipos de interactuación social, ya nos damos cuenta de que no hay un puto ser normal en toda la comunidad. Y la forma más elevada de diversión para esta gente es montar una fiesta. Es más, una vez se ha desencadenado el apocalipsis, en el cual tenemos locura colectiva, esclavitud, asesinatos, violaciones, suicidios, destrozos por doquier, violencia gratuita a lo “La naranja mecánica”, etc., los dos grupos parece que consideran que la manera de demostrar quién manda en el edificio es montar la madre de todas las fiestas (detalle a tener en cuenta: cuando el grupo de ricachones encabezado por James Purefoy se ve obligado a bajar al supermercado y uno de ellos pregunta qué es lo que se hace ahí porque nunca había estado en uno). Sólo hay un personaje que parece consciente de la locura instalada y de lo extraño que sea que nadie del exterior venga a ver qué pasa, pero en vez de salir a buscar ayuda, decide sumergirse en la locura colectiva.
HR4    El surrealismo y el delirio en una película es una buena manera de introducir metáforas, símbolos y elementos de crítica. Eso está muy bien. Aquí tenemos lucha de clases y el intento de crear una sociedad utópica en base a unas reglas marcadas por una especie de dictador, que ha elegido personalmente a los inquilinos y que parece saberlo todo de estos. Pero el problema es lo precipitado de todo ello. Es decir, en cuanto comienzan los apagones de luz y la fiesta en la piscina que molesta a los inquilinos de las plantas inferiores, en la escena siguiente tenemos medio edificio destrozado, asesinatos, mujeres secuestradas para ser usadas como esclavas, falta de alimentos y toneladas de basura dentro y fuera. Es todo demasiado rápido y precipitado, pero claro, la película dura algo más de dos horas y esto ocurre antes de finalizar la primera hora, con lo cual, una gran parte del metraje resulta confuso y lo que es peor, tedioso. Y si en una proyección estás más pendiente de mirar el reloj que de lo que pasa en la pantalla, apaga y vámonos.

El cine surrealista ha tenido buenos precedentes; ahí estaría “Brazil” o muchas de las obras de David Lynch, pero todas ellas eran capaces de hacerte mantener la atención, independientemente de si se era capaz de captar todas las lecturas escondidas o si no se entendía un carajo. Aquí no pasa eso, y tras un comienzo extraño e intrigante, el desarrollo acaba por sumir en el sopor al espectador.

No estamos ante una mala película. Los actores están soberbios, la unión de estética y la banda sonora da lugar a un cóctel de lo más interesante, y la trama inicial es atractiva. Sin embargo, la mitad de la película es una locura delirante, desenfrenada, precipitada y con elipsis argumentales del tamaño del edificio, que hacen del visionado una experiencia dura incluso para espectadores curtidos.

Es cierto que Hollywood nos ha acostumbrado a que no pensemos con miles de películas planas y clónicas, pero por más que uno esté entrenado en descubrir ocultos simbolismos, captar metáforas crípticas y llegar a niveles de comprensión elevados, ”High-Rise” no pone las cosas fáciles.

 

LO MEJOR

  •  El impactante flash-forward inicial.
  • La muy personal estética retro.
  • La memorable banda sonora de Clint Mansell.
  • Que Tom Hiddleston haya conseguido quitarse a Loki de encima y demostrar ser uno de los mejores actores de esta generación.
  • Lo pasado de rosca que está Luke Evans, el cual pedía a gritos un papel fuera de los blockbusters de acción que hasta ahora había protagonizado.
  • La intensa química sexual entre Sienna Miller y Tom Hiddleston.
  • El frío e inquietante diseño exterior del edificio.

 

 LO PEOR

  • Lo precipitado de los acontecimientos.
  • La violencia gratuita.
  • La anormalidad de comportamientos en los personajes (aunque se supone que estamos en una película surrealista, por lo cual esto debería ser considerado como normal).
  • El largo y tedioso desarrollo de la lucha por el control del edificio.
  • Que llega un momento en que te da igual lo que le pase a los protagonistas.

 LAS ESCENAS

  • El suicidio a cámara lenta de un vecino.
  • El momento previo y posterior a la violación de una de las inquilinas.
  • El desnudo casi integral de Tom Hiddleston (momento que es capaz de volver gay en 10 segundos al más rudo heterosexual).

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